buitresenlaciudad:

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He mentido para amar. Me inscribo en el promedio de los hombres que ha besado la boca de una mujer que no debía. He sido de esos que ha traicionado el corazón de aquella y, de paso, el del amigo que dio su confianza. Lo confieso. Aunque no soy diferente a los demás por eso. He mentido de la misma manera que me han mentido. Pero no ha sido por venganza. Sólo he devuelto el cambio de mi propio dolor ¿Estamos a mano, destino?

He mentido para escapar. He cerrado la puerta detrás de mí y huido en silencio. Varias veces, confieso. He salido de aquí o de allá a hurtadillas como lo hacen los ladrones sin arma. He cometido mis crímenes sigilosamente porque no soporto ser perseguido. Menos descubierto. Soy de esos neuróticos que no saben si les puede más la culpa o la vergüenza. O quizá soy de esos histéricos que no aguantan quedarse con las ganas ¿Qué diría Lacan? ¿Quién no ha escapado de la rabia de su madre para ir a una fiesta? ¿Quién no, simplemente, ha salido por la puerta de enfrente para abandonar un pésimo lugar, un mal trabajo o una horrenda familia? Si revisamos los cuentos de Maupassant o de Kafka, no, no soy el único.  Soy un tipo regular.

Entonces sí, en mi vida he mentido muchas veces y de diferentes maneras y por distintos motivos. No soy un monstruo, sólo soy un hombre común. He mentido. Miento. Y volveré a mentir que, literalmente, significa volver al lugar y a los motivos por los cuales alguna vez mentí, no necesariamente para hacer lo mismo. Creo, como Heráclito, que nadie se baña dos veces en el mismo río. Creo por tanto que reconocer que se mintió, por qué se mintió y desde donde se mintió, es de por sí aprender algo. Con suerte, algo positivo. Aquí quiero decir que siempre será válido evitar mentir, según lo posible.

¿Y quién no? Es decir, ¿quién no ha confesado que ha mentido? Y esto no es cinismo. Defiendo tal confesión como un acto de ética absoluta. Porque implica virtud. Confieso que he mentido porque peor que la mentira es hacerse el tonto. O hacer tontos a los demás. Es falsa moral. O mala fe, diría Sartre. He mentido, pero no soy un mentiroso ¿Entiendes la diferencia, destino? No estoy expiando mis pecados. De la misma manera creo que nadie se arrepiente de andar en bicicleta. La vida se parece a eso: no se puede vivir pedaleando hacia atrás. Es estúpido.

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